Revolución

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“La libertad no es más que un fantasma inofensivo mientras existan hombres que puedan matar impunemente de hambre a otros. La libertad es un fantasma inofensivo cuando a través de un monopolio el rico logra ejercer el derecho de vida y muerte sobre sus semejantes.” JACQUES ROUX

lunes, 18 de julio de 2011

EL DÍA DE LA INFAMIA Y LA VERGÜENZA: 18 DE JULIO DE 1936


Han transcurrido 75 años desde aquel nefasto y terrible 18 de julio de 1936, fecha de la sublevación militar contra el legítimo gobierno republicano (elegido democráticamente por la población unos meses antes) de una parte del ejercito español, fuerzas de asalto y guardia civil, apoyados por grupos paramilitares falangistas, carlistas y la inestimable ayuda de la iglesia católica. Este golpe militar fue organizado desde mucho tiempo atrás por una pequeña camarilla de generales y altos cargos conspiradores del ejército, cuyo cabecilla fue el sanguinario Emilio Mola (gobernador militar de Pamplona), Francisco Franco como buen oportunista que siempre fue, se apuntó al carro de la rebelión apenas 5 días antes, tras enterarse del asesinato del político derechista José Calvo Sotelo, líder del partido Renovación Española. Fue asesinado el 13 de julio como respuesta a la muerte un día antes, del teniente de la Guardia de Asalto José Castillo (militar siempre fiel a la II República) a manos de un grupo de extrema derecha (posiblemente falangistas).

El 18 de julio, siempre deberá ser recordado en este país como el día en el que las armas terminaron con el sueño republicano. 
Ese día se consumó un odio latente en las clases altas. Un sector de la sociedad ansioso de poder, contrario a las libertades de los hombres, de la justicia y la igualdad, temeroso del poder de la clase trabajadora, amante de la opresión y la explotación, que no pudo soportar la victoria electoral meses atrás (febrero 36) del Frente Popular, el bloque de izquierdas, y recurrió desesperadamente al núcleo duro y más intransigente del ejercito para hacer prevalecer sus privilegios y riquezas.
No fue una guerra entre una parte del ejercito y el gobierno republicano, fue un ataque de las clases poderosas, la aristocracia, los terratenientes, las oligarquías locales, la iglesia y en definitiva de los más ricos del país, contra las clases populares, los campesinos, jornaleros, obreros, gentes humildes y sencillas. Fue realmente una guerra de clases.
Mola y sus compinches tenían un plan bien trazado, y este no era el de retirar el gobierno vigente y colocar al ejército, si no que iba mucho más allá. Como bien han señalado algunos de los historiadores más relevantes  expertos en la II Republica y Guerra Civil (Francisco Espinosa, Paul Preston, Angel Viñas, Julián Casanova, etc.), fue un plan de exterminio en toda regla. Lo que quisieron desde el principio (la historia confirma que lo consiguieron) y hasta el final, fue aniquilar por completo todo aquello que se saliese del marco ideológico del denominado Movimiento Nacional. 
Estamos hablando de una limpieza ideológica a lo largo de todo el país, en la cual se fue desmantelando todo el sistema existente (educación, organismos políticos, etc. etc.) y sus integrantes duramente castigados. Miles y miles de maestros, políticos elegidos por el pueblo, trabajadores de todo tipo, personas normales cuyo único delito fue el de ser fiel a un gobierno legítimo y democrático, terminaron sus días en cunetas y fosas comunes, otros muchos en cárceles inhumanas durante muchísimos años, otros exiliados...

Tras el golpe militar y una vez terminada la guerra, comenzó una de las épocas más oscuras, cuarenta años de dictadura. Cuatro décadas que causaron a España un atraso y carencias que hoy en día siguen existiendo, y en las que se aprovechó para reescribir la historia según interesaba a los vencedores borrando de la memoria colectiva todo aquello que no gustaba que se supiera para así tener a la sociedad dentro de una amnesia profunda. 
Hoy 18 de julio de 2011, por desgracia la sombra de aquel infame día sigue estando muy presente en instituciones, organismos de estado y en general en todo el sistema. 
La iglesia continua con su mismo discurso y actitud de aquel entonces, la intransigencia y fundamentalismo religioso están más que presentes en nuestra sociedad, y a la mínima aprovechan para atizar a cualquier cosa que huela a libertad y justicia (como hicieron en el 36).
Lo más sangrante es posiblemente la situación de una institución como la casa real, ya que el rey (Jefe de estado de esta nación) es una figura que fue designada por uno de los militares insurrectos aquel 18 de julio, por lo tanto ¿Que clase de legalidad tiene?
Algunos de los jueces y magistrados que hoy día continúan en activo, juraron en su día fidelidad a los ideales del régimen ya que no hubo una renovación de personal en el sistema judicial una vez muerto el dictador, lo mismo ocurrió con la guardia civil, fuerzas de policía y militares. El partido político que gobierna actualmente en la mayoría de comunidades autónomas del país (y que seguramente lo hará en el gobierno central el año próximo), fue un partido fundado por una persona (M.Fraga) que ostentó el cargo de ministro del interior en el gobierno franquista (sí el gobierno nacido a partir del golpe del 18 de julio), por no hablar de muchas personas que todavía integran dicho partido hoy en día, que en su día fueron fieles al régimen franquista (y en su interior lo siguen siendo) y no dudaron en sumarse al carro de la democracia una vez muerto su general. Esta gentuza es hoy en día la que hincha pecho y proclama a los cuatro vientos lo gran demócratas que han sido toda la vida.
Otro gran oprobio es que la Falange Española es un partido legal (aunque sea algo residual y minúsculo) y  lo podemos ver en las papeletas durante las elecciones.
Insisto, el aparato franquista nunca se llegó a desmantelar y actualmente sigue muy vivo. Lo demuestran hechos como los ataques judiciales contra Garzón, que dicen que es delito intentar investigar crímenes cometidos a raíz de la sublevación contra un GOBIERNO LEGÍTIMO, aquel 18 de julio del 36. 
Además, cualquiera que intente abrir el debate entre monarquía y república es tachado de anticonstitucional y antidemócrata, cuando lo lógico hubiese sido el recuperar una república que las armas se encargaron de derribar allá por 1936.

Hoy 75 años después de aquella deleznable jornada de julio de 1936, en nuestro país el espectro del Movimiento Nacional está muy presente en todos los ámbitos.
Por todo ello debemos seguir con la lucha para recuperar una nueva III República basada en la igualdad, el respeto, la justicia real, la libertad de las personas, los derechos sociales, la propiedad común en lugar de las grandes propiedades privadas, terminar con privilegios absurdos (duquesas, títulos nobiliarios de cualquier tipo, etc.) . 
Una República, sería el mejor homenaje hacia todos aquellos que dieron su vida para defender aquel gobierno democrático y sus ideales frente al fascismo.

jueves, 14 de julio de 2011

La Gran Revolución Francesa. Liberté, égalité, fraternité, ou la mort!


"The Singer Chenard, as a Sans-Culotte" Louis Leopold Boilly (1792)


222 años del inicio de la Revolución Francesa
14 de julio de 1789, la terrorífica y temida fortaleza de la Bastilla, símbolo de la represión de las clases dominantes del Antiguo Régimen y de la subyugación durante siglos del pueblo a manos de los poderosos, es tomada por una muchedumbre enfervorecida desde días atrás. El marqués Bernard-René de Launay, gobernador de la fortaleza es decapitado por los revolucionarios y su cabeza colocada en una pica y paseada por las calles de París como muestra del enfurecimiento de las masas populares, este suceso fue el detonante del inicio de la Gran Revolución Francesa. Aquella que hizo rodar la cabeza de la monarquía francesa representada en la figura del penoso Luis XVI y su nefasta mujer Maria Antonieta.
La Revolución Francesa se originó, desarrolló y creció en todo momento gracias al gran empuje del pueblo, el campesinado, los desheredados, los más pobres de la sociedad, y por tanto sin ellos, nunca se hubiese producido aquella transformación política, social, intelectual, etc. La clase burguesa bien lo sabía, y supo utilizar muy bien el gran mazo de las masas campesinas y trabajadoras, para derribar todo aquello que les delimitaba la tan ansiada libertad económica (no olvidemos que la clase burguesa es la clase capitalista por excelencia) y en definitiva sacar gran provecho para sus intereses de clase. 
Como los hechos han demostrado, casi todas las revoluciones han emanado de lo más profundo del pueblo, sin embargo las clases acomodadas, los comerciantes, la gran y mediana burguesía terminan siempre por utilizar y traicionar a sus compañeros de viaje para establecer un dominio sobre ellos y consolidar unos privilegios que hoy en día en nuestras sociedades perduran (si no han ido a más).
Los señores (provenientes de prósperas familias en la mayoría de casos) que en los momentos iniciales de la Revolución Francesa decían estar con el pueblo y se erigieron en sus representantes dentro de la Asamblea Constituyente y Asamblea Nacional, pronto se olvidaron de él. Pocos defendieron verdaderamente al pueblo, y si hay que destacar a uno, ese sería sin duda el gran Jean-Paul Marat, revolucionario verdadero, que desde el primer día de la rebelión estuvo a disposición de la sociedad para reclamar en las asambleas aquello que el pueblo le transmitía. No tenía piedad frente a los enemigos del pueblo, era tajante e implacable y con su fuerza y carisma revolucionarios e impulsado por las páginas que escribía en su periódico contra los enemigos de la revolución, mantuvo una gran lucha frente a los contrarrevolucionarios, que terminaban sus días en la guillotina, incluido el rey Luis XVI y Maria Anonieta, cuyas cabezas rodaron también por el cadalso. 
Mantuvo la puerta de su casa abierta de par en par para que todo aquel que quisiera proponerle ideas, propuestas y en definitiva mantener una tertulia política tuviese la posibilidad de hacerlo, esto le costó la vida.

El mismísimo Maximilien Robespierre (al cual hay que reconocerle muchas virtudes y respetarlo por cosas importantes), junto con sus compañeros jacobinos defendía sus privilegios de clase, su estatus de burgués, bajo su autoridad y poder moral e intelectual fue totalmente intransigente con la derecha girondina pero mucho más con la izquierda, a la cual castigó con esmero (la cuchilla de la guillotina funcionaba por aquel entonces a pleno rendimiento). Por aquel entonces (época del terror 1793-94) todo sector político que defendiese con demasiado entusiasmo al campesinado y clases más pobres olvidando los poderes de los burgueses y sus propiedades, era colocado en el punto de mira y su cabeza corría grave peligro. Hebert y sus seguidores (Hebertistas), de ideas claramente izquierdistas fueron aniquiliados en 1794. Robespierre tampoco tubo piedad para uno de sus aliados más importantes durante el proceso revolucionario, Georges Jacques Danton, quien también fue ajusticiado ese mismo año.
También se le aplicó la medicina de la guillotina a un verdadero luchador del pueblo. Un revolucionario muy desconocido pero enormemente importante para la masa social, Jacques roux, luchador incansable que siempre defendió la abolición de las grandes propiedades privadas para ponerlas al servicio de toda la población y que por supuesto estuvo siempre al lado de los más desfavorecidos y maltratados de la sociedad. Roux llegó a ser el líder de los sans-culottes (en la imagen inicial tenemos a uno de ellos)el grupo político más a la izquierda y que más representaba el sentir general de la sociedad trabajadora y campesina que como siempre era la gran mayoría del país.
Fueron ellos los auténticos revolucionarios, quienes gritaban por las calles de París y de toda Francia "Liberté, égalité, fraternité, ou la mort!" y quienes soñaron con la verdadera emancipación del campesinado y de todos los oprimidos.

Terminaré con una reflexión bastante clara de esta Revolución. Es muy significativo que terminara en la práctica con la sublevación de la derecha el 9 de Termidor (27 de julio de 1794) y la ejecución de Robespierre un día después. 
El poder de la burguesía triunfó, la monarquía fue erradicada y la nobleza despojada de sus privilegios (o de gran parte de ellos), ahora ya nadie quedaba por encima de la burguesía, que pasó a dominar la sociedad y dejar bajo su yugo a los eternamente sometidos, la clase trabajadora. 

¿Cuando terminaremos con la dominación que ejerce una parte minúscula de la sociedad hacia la mayoría

Mi respuesta: Cuando no existan las diferencias de clases, y por tanto todos seamos realmente iguales, y para esto solo hay un camino; abolición de la propiedad privada  estableciendo un escalafón universal en el cual las personas estén siempre por encima del capital y de cualquier interés económico y de poder. Esto, unido a la desaparición de las religiones hará del ser humano un ser verdaderamente libre.