Revolución

Revolución
“La libertad no es más que un fantasma inofensivo mientras existan hombres que puedan matar impunemente de hambre a otros. La libertad es un fantasma inofensivo cuando a través de un monopolio el rico logra ejercer el derecho de vida y muerte sobre sus semejantes.” JACQUES ROUX

lunes, 30 de julio de 2012

EL AZOTE DEL TIRANO EN TWITTER


El Azote del Tirano también en twitter; sigue las últimas actualizaciones y noticias, comentarios, enlaces de interés, etc., para proseguir en las redes sociales con la difusión informativa contra el capitalismo y todo aquello que ampara, defiende y protege este injusto sistema.

Buscar como:
EL AZOTE DEL TIRANO
@JacquesRoux17

http://twitter.com/JacquesRoux17

jueves, 26 de julio de 2012

ODIO A LOS INDIFERENTES (Antonio Gramsci)

El texto que se expone a continuación, podía haber sido escrito hoy mismo en vista de la situación tan dramática que padecemos y la persistente pasividad social que todavía se observa. Aunque cada vez hay más crispación social y más movilización, la mayoría de la gente se queda cómodamente en sus casas viendo caer el chaparrón, sin pensar si quiera un instante la posibilidad de comenzar a participar y responder frente a los constantes y virulentos ataques provenientes de los dictadores económicos, políticos y financieros.
Sin embargo fue escrito hace casi un siglo y hoy tiene más fuerza que nunca. Se trata de un artículo del gran intelectual Antonio Gramsci (1891-1937), escrito en 1917. Espero que el rescatar este texto, sirva además de como pequeño homenaje y recuerdo al incansable luchador marxista, de invitación a la reflexión y de crítica hacia todas aquellas personas que todavía no se han lanzado a la calle para hacerse escuchar ante semejante cúmulo de despropósitos de esta dictadura neoliberal.

Odio a los indiferentes [Indiferentes]

Odio a los indiferentes. Creo, como Fiedrich Hebbel, que "vivir significa tomar partido". No pueden existir quienes sean solamente hombres, extraños a la ciudad. Quien realmente vive no puede no ser ciudadano, no tomar partido. La indiferencia es apatía, es parasitismo, es cobardía, no es vida. Por eso odio a los indiferentes.
La indiferencia es el peso muerto de la historia. Es la bola de plomo para el innovador, es la materia inerte en la que a menudo se ahogan los entusiasmos más brillantes, es el pantano que rodea a la vieja ciudad y la defiende mejor que la muralla más sólida, mejor que las corazas de sus guerreros, que se traga a los asaltantes en su remolino de lodo, y los diezma y los amilana, y en ocasiones los hace desistir de cualquier empresa heroica.
La indiferencia opera con fuerza en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad, aquello con lo que no se puede contar, lo que altera los programas, lo que trastorna los planes mejor elaborados, es la materia bruta que se rebela contra la inteligencia y la estrangula. Lo que sucede, el mal que se abate sobre todos, el posible bien que un acto heroico (de valor universal) puede generar no es tanto debido a la iniciativa de los pocos que trabajan como a la indiferencia, al absentismo de los muchos. Lo que ocurre no ocurre tanto porque algunas personas quieren que eso ocurra, sino porque la masa de los hombres abdica de su voluntad, deja hacer, deja que se aten los nudos que luego sólo la espada puede cortar, deja promulgar leyes que después solo la revuelta podrá derogar, dejar subir al poder a los hombres que luego sólo un motín podrá derrocar.
La fatalidad que parece dominar la historia no es otra cosa que la apariencia ilusoria de esta indiferencia, de este absentismo. Los hechos maduran en la sombra, entre unas pocas manos, sin ningún tipo de control, que tejen la trama de la vida colectiva, y la masa ignora, porque no se preocupa. Los destinos de una época son manipulados según visiones estrechas objetivos inmediatos, ambiciones y pasiones personales de pequeños grupos activos, y la masa de los hombres ignora porque no se preocupa. Pero los hechos que han madurado llegan a confluir; pero la tela tejida en la sombra llega a buen término: y entonces parece ser la fatalidad la que lo arrolla todo y a todos, parece que la historia no sea más que un enorme fenómeno natural, una erupción, un terremoto, del que son víctimas todos, quien quería y quien no quería, quien lo sabía y quien no lo sabía, quien había estado activo y quien era indiferente. Y este último se irrita, querría escaparse de las consecuencias, querría dejar claro que él no quería, que él no es el responsable.
Algunos lloriquean compasivamente, otros maldicen obscenamente, pero nadie o muy pocos se preguntan: Si yo hubiera cumplido con mi deber, si hubiera tratado de hacer valer mi voluntad, mis ideas, ¿habría ocurrido lo que pasó? Pero nadie o muy pocos culpan a su propia indiferencia, a su escepticismo, a no haber ofrecido sus manos y su actividad a los grupos de ciudadanos que, precisamente para evitar ese mal, combatían, proponiéndose procurar un bien.
La mayoría de ellos, sin embargo, pasados los acontecimientos, prefiere hablar del fracaso de los ideales, de programas definitivamente en ruinas y de otras lindezas similares. Recomienzan así su rechazo de cualquier responsabilidad. Y no es que ya no vean las cosas claras, y que a veces no sean capaces de pensar en hermosas soluciones a los problemas más urgentes o que, si bien requieren una gran preparación y tiempo, sin embargo, son igualmente urgentes. Pero estas soluciones resultan bellamente infecundas, y esa contribución a la vida colectiva no está motivada por ninguna luz moral; es producto de la curiosidad intelectual, no de un fuerte sentido de la responsabilidad histórica que quiere a todos activos en la vida, que no admite agnosticismos e indiferencias de ningún género.
Odio a los indiferentes también porque me molesta su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos por cómo ha desempeñado el papel que la vida le ha dado y le da todos los días, por lo que ha hecho y sobre todo por lo que no ha hecho. Y siento que puedo ser inexorable, que no tengo que malgastar mi compasión, que no tengo que compartir con ellos mis lágrimas. Soy partisano, vivo, siento en la conciencia viril de los míos latir la actividad de la ciudad futura que están construyendo. Y en ella la cadena social no pesa sobre unos pocos, en ella nada de lo que sucede se debe al azar, a la fatalidad, sino a la obra inteligente de los ciudadanos. En ella no hay nadie mirando por la ventana mientras unos pocos se sacrifican, se desangran en el sacrificio; y el que aún hoy está en la ventana, al acecho, quiere sacar provecho de lo poco bueno que las actividades de los pocos procuran, y desahoga su desilusión vituperando al sacrificio, al desangrado, porque ha fallado en su intento.
Vivo, soy partisano. Por eso odio a los que no toman partido, por eso odio a los indiferentes.
Antonio Gramsci - 11 de febrero de 1917


Para saber más acerca de Antonio Gramsci:

martes, 17 de julio de 2012

Incomprensible brutalidad policial en las calles de Pamplona



Estas imágenes no son, aunque lo parezcan, pertenecientes a persecuciones y avasallamiento policial de hace décadas. No han sido rescatadas de archivos visuales, no son los grises corriendo tras la multitud indefensa en época franquista. No son grabaciones de un país en guerra. Este vídeo fue grabado en las calles del casco viejo de Pamplona, hace menos de dos días. Como se puede ver, aquellos que deberían defender y proteger a la población y perseguir a los delincuentes, chorizos, blanqueadores de dinero, estafadores sociales y evasores de impuestos, lejos de esto, se ensañan (como siempre) con personas pacíficas que ningún daño hacían a nada ni nadie. Eran un grupo de jóvenes que a primeras horas de la mañana de un domingo, apuraban los últimos momentos de las fiestas de San Fermín continuando con una bonita y espontánea tradición denominada "el encierro de la villavesa" (los 15 de julio a las 8:00).
Al parecer para los perros de presa de este gobierno, esta gente es peligrosa y hay que aplicarle jarabe de palo. Así que dicho y hecho. La gente disfrutando en la calle tranquilamente y de repente, una jauría de agentes antidisturbios salen a su encuentro para sembrar el terror y mostrar de paso lo bien que cuidan de la población. Bocachas preparadas y lluvia de pelotazos y porrazos para todo el mundo, aquí no se libra ni Dios!!
En definitiva, otro acto más de barbarie e irracionalidad de las fuerzas de seguridad del Estado. Pelotazos a cuatro metros (cuando hace apenas tres meses el joven íñigo Cabacas murió por una de estas pelotas), fijénse como introducen en el vehículo a un joven semiinconsciente (minuto 8:17).
El Gobierno de manos de su Delegada en Navarra ha tenido el mismo nivel de rapidez como de poca vergüenza a la hora de realizar sus declaraciones, en las cuales se ha asegurado que la actuación de la policía ha sido proporcionada.
Vean el vídeo y juzguen los hechos, las imágenes hablan por si solas.

Delicadeza policial durante el vídeo:
Atención a los comentarios de la policía mientras realizan las cargas: 
06.15: "Vamos a por ellos, mecaguendios. ¡Vamos! Venga, joder, ¡esa bocacha!" (a tres meses de la muerte de Cabacas).
06.30: "Venga ostia, esa bocacha en primera línea mecaguendios!"
07.30: Diálogo entre una mujer y un policía:
- "Relajando, relajando..."
- "Quítate de aquí que te vas a llevar una somanta de ostias que te vas a acordar".
- "Que llevo la bandera blanca..."
- "A mí me come la polla tu bandera blanca, quítate de aquí"

Pelotazo a bocajarro a cuatro metros
10.18: Un policía nacional dispara un pelotazo a bocajarro, y a muy corta distancia, a un grupo de jóvenes que miraban la que había liado la policía

jueves, 5 de julio de 2012

HASTA PRONTO, THÉO

HA MUERTO THÉO FRANCOS, BRIGADISTA INTERNACIONAL E INCANSABLE LUCHADOR CONTRA EL FASCISMO

AITOR FERNÁNDEZ / DATECUENTA.ORG
04/07/12
http://www.datecuenta.org/fallece-theo-francos

Para mí Théo Francos (1914-2012) ha muerto tres veces. La primera vez, el día que lo fusilaron y milagrosamente sobrevivió. La segunda, hace dos días, a sus 98 años en su casa de Baiona. La tercera ha sido hoy, cuando he podido comprobar que su muerte no aparece en ningún medio español.

En vista de que ni un jodido medio español se ha dignado a escribir cuatro líneas por tu muerte, Théo, me pongo a escribirlas yo, una persona sin apenas formación de redactor periodístico, pero a la que la rabia en el corazón le sigue moviendo a hacer muchas cosas, esta vez por la impotencia de comprender  que, en realidad, a nadie le importa cuántas veces arriesgaras tu vida por defender la causa antifascista, y digo causa porque defendiste la causa, la humanidad, por encima de nacionalidades y banderas. Yo te conocí y pude abrazarte, aunque quizá al salir de la ciudad no te acordaras ya nunca más de mí, pues tu memoria estaba completamente desdibujada, lo que no me impidió ser testigo de tu grandeza.
A lo que voy. Desde que conocí tu historia, Théo (contada por primero por la ARMH y leída luego por los textos de Sofía Moro) quise conocerte, pero fue dos años después cuando tuve la oportunidad. El verano pasado viajé a Baiona, en el penúltimo viaje del proyecto “Vencidxs”, para descubrir en ti a un hombre mucho más pequeño de lo que había visto en las fotos y vídeos, mermado por la vejez y la memoria, pero aún así excepcional y humano. Un idealista de verdad, que vino a luchar a España para derrocar el fascismo, con muchos más voluntarios que se llamaron las Brigadas Internacionales. “¿Cuál es la razón del fascismo, Théo?” “Es la explotación -a pesar de todo tenías momentos de lucidez), a mi padre en Valladolid le hacían trabajar toda la noche con un trozo de pan y de cebolla.” Supongo que a eso querrían que volviéramos, y supongo que por eso tú no sales en los medios hoy.
El miedo nunca se separó de ti. Pero eso no te impidió hacer grandes cosas. Me dijiste que “a veces te despertabas por la noche y llorabas como un chaval”, supongo que recordando lo que te parecería el fin del mundo, o más bien, el fin de la humanidad, cuando te enterraban hasta la cintura para torturarte, en el campo de concentración de Miranda de Ebro, dándote latigazos a pleno sol y teniéndote así días enteros. “A veces pienso cómo pude aguantar tanto. La gente, desde fuera del campo, me tiraba comida o agua, que mis compañeros me daban cuando podían.” Eso fue la represalia por haberte fugado del campo. Por las alcantarillas. Porque las Brigadas se habían ido, pero tú te quedaste para seguir luchando, incluso cuando todo estaba perdido. “Eran los mismos presos los que construíamos el campo –me contaste de forma dispersa- pero no nuestros barracones, nosotros dormíamos a la intemperie. Construíamos para los soldados, incluso les hicimos una piscina” Y mientras, seguían exterminando a tus compañeros.
Cuando te liberaron pensabas que volvías a casa a descansar. Pero al llegar viste Baiona tomada por los nazis. “Me escapé en el puente, vi a mi madre de lejos, pero no me pude despedir de ella.” Porque entonces comenzó una nueva odisea para ti, aunque en realidad era la misma: seguir combatiendo el fascismo. Te alistaste como paracaidista en el ejército inglés y en la nueva guerra te esperaban las experiencias más duras de tu vida. Tuviste que matar a un compañero gravemente herido, que no tenía el coraje suficiente para tomarse la pastilla de cianuro que llevábais. En otra misión, al saltar, tu paracaídas quedó atrapado en el ala del avión: “Lo corté con el cuchillo como pude, y llegué bien a tierra. Me descontaron el coste del paracaídas del sueldo del mes.” Pero creo que lo peor fue cuando te fusilaron. A mí me parecía increíble. Viviste un fusilamiento, y por ello llevaste alojada una bala a unos centímetros del corazón toda tu vida. Te pregunté qué pensabas en esos momentos: “No sabes lo que está pasando, si es verdad o no. A veces te herían para que sufrieras antes de morir.” Pero tú no moriste, y te salvaron al día siguiente una pareja de campesinos de la resistencia.
Pero también conociste la bondad humana, como aquellos campesinos, o los ferroviarios que te tiraban comida, o las muchachas que te escondieron en el granero:“Especialmente me quedaba impresionado por la solidaridad de las mujeres, salvé mi vida muchas veces gracias a ellas.” Mujeres idealistas y valientes. En Stalingrado te adentraste 30km en las líneas enemigas con una muchacha rusa de 19 años para volar puentes e impedir el avance nazi. La reencontraste setenta años después, ella tenía noventa y tu hijo le decía que no te apretara tan fuerte, que te iba a matar del abrazo.
Y así ha sido tu vida, Théo. Me hablaste lentamente de tu bisnieto, perdido en una amalgama de recuerdos que te costaba ordenar. “Papi, tienes que llegar a los 100″, te decía. Quizá disfrutabas de él porque no podías haberlo hecho con tu hija, a la que conociste con 20 años por todo lo que tuviste que trabajar: “Al principio nadie me daba trabajo, así que tuve que viajar y trabajar fuera, ocupando más de treinta puestos de trabajo diferentes.” Me imagino que moriste en paz, aunque algo paenado porque veías el fascismo “volviendo a levantar cabeza”. Espero no tener que vivir las terribles experiencias que tú tuviste que vivir.
Conclusión. Y después de todo ¿para qué? -como me dijo también Concha Carretero- Toda esa gente que fue asesinada, que defendió la libertad de generaciones que ni conocerían después, que ha pagado con su juventud y con su vida todos y cada uno de los derechos que ahora tenemos y que estamos dejando perder uno a uno. ¿Para qué? Para que ningún medio dedique un par de líneas a tu muerte. Ni Rajoy, ni la selección española de fútbol, ni la prima de riesgo merecen la mitad del espacio que debieras de ocupar en los medios. Así que, habiéndolo escrito más mal que bien por lo que te pido perdón, primero por no poder dedicarte todo el tiempo que te mereces, y segundo, avergonzado, porque no es éste el medio principal donde tu muerte debiera figurar. Un general español una vez te preguntó: “¿Tú no tienes madre? Porque no es normal que una persona realice tantas misiones” “Sí, señor, la tengo, lo hago por convicción” Te contestó muy seguro de sí mismo: “Pues quédate conmigo, porque por lo menos salvarás tu vida. Cuando acabe la guerra, no te van a agradecer nada.” Y era verdad.
Interesante resumen biográfico: