Paul Laverty (http://es.wikipedia.org/wiki/Paul_Laverty) es el guionista de También la lluvia , película dirigida por Iciar Bollain, que nos invita a cuestionarnos nuestra Historia, pasada y reciente.Tras años de investigación y de viajes a Bolivia, Laverty, guionista habitual del realizador Ken Loach, nos recuerda que los colonizadores españoles del siglo XVI encontraron resistencia a su ocupación, al tiempo que reivindica una de las pocas revueltas civiles con final feliz de los últimos tiempos, ocurrida en el año 2000 en la ciudad de Cochabamba, donde la movilización ciudadana consiguió que no se privatizara un bien tan preciado y vital como el agua.
Desde la llegada de Evo Morales al poder, Bolivia ha dado un giro importante impulsando políticas que tienen en cuenta las demandas de los indígenas andinos, con los que, desde Intermón Oxfam, trabajamos para que tengan acceso a derechos básicos como el agua y unos medios de vida sostenibles. Tras tus viajes al país, ¿qué impresión te llevaste de la nueva situación?
Ha habido un gran cambio desde que el Gobierno de derechas perdió las elecciones. Que se haya elegido al primer presidente indígena ya supone un giro importante. ¡No hace tanto, los indígenas no podían ni pasear por la plaza principal de muchas ciudades! Sin embargo, como consecuencia de tantos siglos de explotación, el nuevo Gobierno tiene que enfrentarse a infnidad de demandas internas y a una fuerte presión exterior. Personalmente, soy muy cauteloso ante el culto a la personalidad. Espero que las organizaciones de base puedan mantener su independencia y sigan presionando al Gobierno para que impulse políticas progresistas.
¿Qué es lo que te atrajo de la denominada guerra del agua?, ¿por qué quisiste recuperar este hecho de la Historia reciente?
Por varias razones. Primero, porque la privatización del agua fue una imposición del Banco Mundial, que amenazó a Bolivia con dejar de darle préstamos si no obedecía. El Gobierno boliviano de entonces, defensor entusiasta de las medidas neoliberales, cedió el suministro de este bien básico de la ciudad de Cochabamba -¡incluida la lluvia!- a un consorcio multinacional y no dudó en enviar al ejército a aplastar las revueltas. También era interesante cómo fue creciendo la oposición a la privatización, que incluía gente de la ciudad, del campo, estudiantes, clase media… Las personas que salieron a la calle, como las que lo están haciendo ahora en el Magreb y en Oriente Próximo, tenían que elegir: o protestaban y arriesgaban su vida o dejaban que sus hijos enfermaran por beber agua sucia, que era la única opción si no podían pagar. Al final, ganaron la batalla, lo cual es digno de celebrar y de recordar, puesto que la mayoría de revueltas populares acaban fracasando. Necesitamos historias esperanzadoras.
Las revueltas en la ciudad de Cochabamba obligan a los protagonistas de la película a tomar partido. ¿También aprendisteis algo del contacto con las comunidades campesinas e indígenas de Bolivia?
Mientras preparaba la película,Iciar fue a visitar una comunidad para pedirles su colaboración. Al final de una larga reunión de trabajo, en la que las personas estuvieron hablando de escuelas, carreteras, agua… escucharon su propuesta. Le respondieron que tenían que debatirlo y valorar si su participación en la película sería útil para su barrio, su ciudad, su país. Al final, dijeron que sí, pero ¿te imaginas que esto pasara aquí, en Europa, cada vez que viniera un realizador norteamericano?
El precio que pagaron las personas que salieron a la calle en Cochabamba fue muy alto (muertos, heridos…), pero, tal como concluye uno de los protagonistas: “no hay otra forma de resolver las cosas”. Compartes esta opinión?
Sí, especialmente en el caso de Cochabamba, y con el Gobierno que había en el poder en abril de2000. De hecho, tres años antes, durante la “guerra del gas”, su ejército disparó a muerte contra 80 civiles en El Alto. Ocurre lo mismo ahora en Oriente Próximo el Magreb, donde, civiles de a pie tienen que arriesgar sus vidas para reclamar los derechos humanos más elementales. En el maravilloso libro de Howard Zinn,
La otra historia de los Estados Unidos
(editorial Hiru), se puede ver una y otra vez cómo los esclavos, los trabajadores, las mujeres, los sindicalistas y la ciudadanía en general han sido maltratados cuando desafiaban el poder. Frederick Douglass, que nació siendo esclavo y se convirtió en un brillante escritor y activista, lo resumió en esta frase: “El poder no concede nada sin demanda. Nunca lo hizo y nunca lo hará”.
En la película, parece que a las personas que viven con ciertos privilegios y, a pesar de tener ideas progresistas, les cuesta meterse en la piel de los que no tienen nada. ¿Qué hace falta para conseguir una mejor comprensión?
No todo el mundo puede viajar por el mundo, pero la curiosidad capaz de hacer que el mundo entre en el salón de casa. Nunca hay que subestimar nuestra capacidad de empatía. Nuestra imaginación puede llegar muy lejos, si le damos el espacio, el estímulo y un poco de material para trabajar.
Según el personaje que representa al Gobierno boliviano de entonces, los “extranjeros” no pueden entender el conflicto porque no están “bien informados”. ¿Cómo podemos saber lo que es cierto y lo que no lo es en esta sociedad ‘sobre informada’?
¡Ojalá la sociedad estuviera sobre informada! Tenemos mucha información sobre el Real Madrid (y soy un fanático del fútbol), pero no tenemos ni idea de las grandes decisiones que afectan a nuestras vidas. Al poder le gusta trabajar desde la sombra. Mi madre, que se crió en una pequeña granja en Irlanda, solía repetir un viejo dicho: “Créete sólo la mitad delo que ves, y menos aún, de loque lees”. Una dosis razonable de duda, nunca hace daño. A veces, la más simple de las preguntas, puede ser muy reveladora.
En la web de la película se plantea la posibilidad de que También la lluvia se enseñe en las clases de Historia…
Estoy fascinado con la Historia oficial que cada país crea alrededor de sí mismo. En el Reino Unido, por ejemplo, vuelve a estar de moda celebrar las conquistas del imperio británico, como si realmente hubieran exportado la democracia y el Estado de Derecho por todo el mundo. Aquí, en España, pasa lo mismo. Basta con ver todas las omisiones sobre la conquista de América que se hacen en el museo de Las Américas, de Madrid, o en la versión de los hechos, en plan Disney, que ofrece la Casa Museo de Colón, de Valladolid. También lo vemos en nuestra geografía urbana, con los nombres de las calles y las estatuas de las plazas. ¿Por qué la iglesia española quiere canonizar a la reina Isabel, La Católica, y no al asesinado padre Antonio Montesinos? Tal vez, si tuviéramos una idea más clara de nuestra historia echaríamos abajo la estatua de Colón del centro de Madrid o del puerto de Barcelona y la sustituiríamos por una de Bartolomé de las Casas. O, incluso mejor, de Hatuey (el primer líder indio que fue quemado vivo para dar ejemplo a los que se opusieran a los conquistadores, tal como sale en la película). Se lo voy a sugerir al alcalde la próxima vez que salgamos de copas (risas).
En la película reivindicáis figuras como Bartolomé de las Casas, uno de los primeros curas que se alzaron en defensa de los indios, preguntándose: ¿acaso no son hombres? ¿Quién crees que encarna estos valores a fecha de hoy?
Cada hombre, mujer o niño que ha tomado las calles en Oriente Próximo y el Magreb estos últimos meses. En otras palabras, la gente. Ellos lo han hecho y siempre habrá gente que lo haga, aunque seguramente no acabarán encima de ningún pedestal.
SOBRE EL GUIONISTA COLABORADOR HABITUAL DE KEN LOACH
PAUL LAVERTY:
Nacido en Kolkata (India) en 1957, hijo de madre irlandesa y padre escocés, sus inquietudes sociales le llevaron a Nicaragua a mediados de los ochenta atraído, como muchos, por los aires de cambio llegados con la victoria sandinista. Allí trabajó para una asociación de derechos humanos con la que también viajó a El Salvador y Guatemala. Dicha experiencia le apartó de su carrera de abogado y le inspiró para escribir el guión de La Canción de Carla, su primer trabajo con el director británico Ken Loach, con el que ya ha hecho nueve películas, una de las cuales le valió la Palma de Oro del Festival de Cannes. Hoy, podemos decir que Paul Laverty es un referente de ese cine reflexivo y crítico tan escaso, y tan necesario, que consigue que salgamos del cine dispuestos a actuar.
Fuente:
Revista IO (Intermon Oxfam) nº 21 - MAYO 2011
Texto: Laura Hurtado
Sobre Paul Laverty:
Algunas entrevistas:
Interesante entrevista David. Y gran película.
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