Como cada año por estas fechas, vuelve la Iglesia católica a
intentar convencernos por medio de costosas campañas publicitarias para que
optemos en nuestra declaración de la renta por desviar en su favor una parte
del impuesto. Con el fin de que marquemos la dichosa casilla de la Iglesia, ya saben.
Los jerarcas
eclesiásticos deberían andarse con cuidado o acabarán ardiendo eternamente en
los infiernos por mentir. Porque ellos saben de sobra que el dinero que se
embolsan por esta vía no va a sufragar la obra social de la Iglesia, sino a pagar
salarios de sacerdotes (no de monjas, por cierto) y al sostenimiento de la
propia estructura de la multinacional religiosa y del culto. Los datos los hace
públicos cada año en informes de admirable rigor estadístico la plataforma
cívica Europa Laica.
Según los datos
oficiales referidos a la declaración de IRPF de 2010, la Iglesia obtuvo por medio
de la asignación tributaria cerca de 250 millones de euros, con un aumento
sustancial de contribuyentes que marcaron la casilla. Esta cantidad engrosa el
llamado Fondo Común Interdiocesano, que se nutre en un 94% de dinero
proveniente del fisco y solamente en un 6 % de aportaciones de las diócesis (a
despecho del compromiso adquirido por el Vaticano en 1979 de caminar hacia la
autofinanciación). Los fondos que se destinan a las organizaciones religiosas
de ayuda social, tales como Cáritas o Manos Unidas, no provienen de lo
recaudado por la aportación a la
Iglesia, sino casualmente del dinero que se asigna en la
casilla de “fines sociales”, del que estas entidades son beneficiarias junto a
otras asociaciones no religiosas. En 2010, las organizaciones sociales
católicas recibieron de aquí aproximadamente 110 millones de euros, lo que
supuso en torno a un tercio del total de lo entregado por el Estado con este
objeto.
La Conferencia
Episcopal entrega anualmente donaciones a sus asociaciones de caridad, pero de
manera voluntaria, exactamente igual que lo puede hacer cualquier particular.
El año pasado, la propia Cáritas informó que había recibido de su jerarquía 4
millones de euros. Teniendo presente que, entre subvenciones directas,
exenciones fiscales y registro a su nombre de propiedades inmuebles, la Iglesia percibirá en 2012,
de nuevo, más de 11.000 millones de euros del conjunto de Administraciones
públicas, y añadiéndole a ello que Cáritas es su proyecto de socorro social más
importante, no parece que 4 millones sea una gran prueba de generosidad con los
pobres del mundo.
A pesar de lo cual,
en la campaña publicitaria (portantos.com) se insiste en mostrar a monjitas
ayudando a ancianos para convencernos de que garanticemos con nuestros
impuestos los honorarios de los obispos.
Pero lo peor no son
las cifras, ya de por sí escandalosas, sino el mero hecho de que el Estado
ampare que una organización, religiosa o de la naturaleza que sea, se financie
con evasión de impuestos, que para los simples mortales es un delito. Quien
señala que desea entregar una parte de su impuesto a la Iglesia, no hace una
aportación extra para que el Estado la transfiera, sino que ordena al Estado desviar
a la Iglesia
una parte de lo que va a dejar de pagar en concepto de IRPF. Es una forma,
autorizada, de evasión fiscal, que de hecho hace que se pague a la Iglesia con el dinero de
todos. El dinero de los impuestos es público, no para que cada quien disponga a
placer sobre él.
No es, pues,
tampoco, alternativa laica real marcar la casilla de fines sociales, sino
suprimir cualquier opción semejante en el Impuesto de la Renta, que ha de basarse
estrictamente en la capacidad económica del contribuyente. Y, entre tanto, no
marcar nada o poner la cruz en la casilla que dice “sin asignación”.
Ricardo Rodríguez, Mundo Obrero
14/06/12
Hablando de impuestos, recortes y demás infiernos... os recomiendo ver este video! Sería genial que algún día hicieses alguna entrada comentándolo ;)
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=HIWSYfT4Ics