Revolución

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“La libertad no es más que un fantasma inofensivo mientras existan hombres que puedan matar impunemente de hambre a otros. La libertad es un fantasma inofensivo cuando a través de un monopolio el rico logra ejercer el derecho de vida y muerte sobre sus semejantes.” JACQUES ROUX

lunes, 17 de febrero de 2014

CAPITALISMO, EL CÁNCER DE LA HUMANIDAD


Manuel Mora Hernández (Cartas al Director Diario de Noticias de Navarra, 02-02-14)

Cuando yo era muy joven, el capitalismo era un señor que llegaba con un cochazo a su fábrica y ante el que sus obreros se quitaban la gorra para decirle, por ejemplo, buenos días don Antonio, y que cuando no estaba presente se referían a él como el amo. Las cosas han cambiado y el capitalismo ya no tiene caras, ni nombres y apellidos, ya no hay físicos detrás de los lobbies, los mercados o los grandes bancos, esos entes abstractos que manejan los hilos de la economía mundial y presionan a los gobiernos para manejarlos a su antojo. 

La conjunción del neoliberalismo económico y la globalización se han convertido en el cáncer del mundo, ha acabado con la independencia de los gobiernos, que se ven incapaces de defender el PIB de sus economías, que están en otras manos. 

El capitalismo desaforado tiene todas las puertas abiertas, posee las empresas energéticas, los bancos que prestan dinero a los bancos que nos usuran, tiene la ley y la fuerza, produce a precios miserables en el país que elige y hace una competencia desleal donde quiere, cerrando empresas y creando desempleo a su antojo para esclavizar a la gente allí donde le interesa. 

Vemos el proceso en un gobierno tras otro, políticos que llegan a la presidencia pensando que podrán hacer o cambiar cosas, hasta que se convencen de que el poder lo tienen otros y que solo harán o cambiarán lo que les digan o les dejen. Y esos políticos, sin saber ya qué hacer con su anhelo de gloria, sean de izquierdas o de derechas, no dudan en ser los cómplices del nuevo amo, traicionar a los que les han votado, incumplir las promesas hechas y aferrarse con uñas y dientes al simulacro de poder que les han dejado, a sabiendas de que su codicia y su cobardía convierte en un infierno y arruina la vida de millones de conciudadanos. 

La distribución de la riqueza en la humanidad es tan inhumana que tendrá que cambiar si pretendemos que dicha humanidad evolucione como tal. Y debiera ser cuanto antes. ¡Qué mal se le pone el ojo a la yegua!

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